Hoy en día, prácticamente, la financiación es algo que se ha convertido en habitual. Básicamente, cualquier cosa que se compra se financia, desde un móvil a un frigorífico, pasando por otros artículos más costosos como un vehículo. Los préstamos son algo muy recurrente por todo tipo de usuarios para poder adquirir bienes o disfrutar de servicios.
Si quieres saber todo sobre los peligros de los préstamos según cada tipo, a continuación ahondaremos más en el tema para que entiendas todo a la perfección. Así que, ¡no dejes de leernos!
Los peligros de los préstamos según el tipo
Son varias las diferentes opciones que tienes, como consumidor, para pedir un crédito o préstamo por si te surge un imprevisto o necesitas más dinero para algo como tus vacaciones. Aunque, básicamente, los préstamos se pueden englobar en dos categorías básicas: con o sin garantía.
Ambas opciones de préstamos te ayudarán a recibir el dinero que necesitas. Aunque, básicamente, la clave no está en cómo conseguir ese dinero sino en qué riesgos tendrás que asumir para devolverlo y qué interés se te va a reclamar, concepto que se define a través de la Tasa Anual Equivalente (TAE).
Estas dos encajan con un perfil concreto de consumidor y un apetito para el riesgo determinado. Así que será necesario que conozcas las características de cada uno antes de pedirlo, siempre que un préstamo sea la opción que mejor se ajusta a tu bolsillo.
Préstamo con garantía
Si quieres entender el concepto de garantía, seguro que conoces el ejemplo más popular de este tipo: el préstamo hipotecario. Al solicitarlo, será necesario implicar en la operación parte de los bienes de quien pide el préstamo o de algún allegado, que es lo que se conoce como aval.
Dicho aval es la contrapartida para la entidad que concede el préstamo. Con esto, la entidad bancaria que concede el préstamo, se garantiza, que de una forma u otra, recuperará el dinero que invierte en la operación. Sobre todo, esto es importante en créditos o préstamos de mayor cuantía, como los que se suelen conceder para la compra de un coche.
Aunque es cierto que esos menores intereses van acompañados del riesgo de perder el bien que se usa como aval en caso de que no se consiga devolver el préstamo. Otro peligro de los préstamos de este tipo es que es habitual que su concesión se vincule a la suscripción de un seguro o al pago de tarifas de servicio.
Préstamo sin garantía y sus riesgos
El otro tipo de préstamo que existe es el sin garantías. Este se concede, fundamentalmente, a usuarios que tengan un buen historial de crédito o que vayas a solicitar un préstamo para algo más inferior que una casa o un coche. Normalmente, los ejemplos más populares que se pueden dar de este tipo de préstamos son las deudas de las tarjetas de crédito o los préstamos concedidos a estudiantes.
Una de las principales ventajas de este préstamo es que no se necesita tener ningún bien ni pedirle a alguien que te avale para poder optar a este tipo de préstamo. Es un detalle importante si necesitas el dinero urgentemente, aunque es cierto que presenta una serie de compromisos que deberías considerar.
El primero de los peligros de los préstamos de este tipo es asumir unos tipos de intereses más altos cuando devuelves el préstamo, ya que la entidad que lo concede asume un mayor riesgo de impago que se compensa a través de este sobreprecio. Es por eso por lo que la agilidad a la hora de conseguirlo no significa que sea igual de fácil o barato devolverlo.
También, el préstamo sin garantía precisa de una devolución más rápida que el de un préstamo garantizado, ya que está diseñado para necesidades concretas, por lo que tiene una cuantía menor. Incluso te convendrá devolverlo cuanto antes para evitar mayores intereses, siempre que este préstamo permita la cancelación anticipada; siendo este otro peligro de los préstamos.
Además debes considerar que en estos tipos de préstamos sin garantías, es la entidad la que fija la cuantía, al igual que ocurre con el número y valor de los plazos en el que los tendrás que devolver. Esto se asemeja a los préstamos preconcedidos con los que el banco te puede sorprender, aunque no lo hayas solicitado.