Conoce la historia de Ana y cómo fue que logró jubilarse antes de los sesenta años.
Llegó el esperado día. Luis, Ana, José y Rebeca por fin logran graduarse de la licenciatura en Relaciones Comerciales después de cuatro años y medio de mucho esfuerzo. Pasada la emoción, llegó a sus mentes la siguiente pregunta: ¿ahora qué sigue?
Los cuatro amigos decidieron que era el momento perfecto para conformar una sociedad, todos con 23 años de edad, con energía y tiempo necesario para emprender un negocio. Iniciaron con gran entusiasmo un restaurante que proyectaban convertir en una cadena distribuida a lo largo de la Ciudad y poco a poco expandirse a otros estados. Sin embargo, conforme pasaban los meses poco a poco cada uno se iba desanimando, excepto Ana, quien tenía muy en claro su objetivo: obtener su libertad financiera lo antes posible. Trató de animar y hacer entender a sus amigos este concepto, pero no lograron entenderla.
¿Libertad financiera?
Ana les platicó acerca del libro Padre pobre, padre rico de Robert Kiyosaki, en el cual entendió que la libertad financiera se define como: La capacidad de ganar dinero sin necesidad de invertir tiempo y esfuerzo físico, sino estructurar un conjunto de ingresos que no requieran la inversión de tiempo para seguir generando.
Sus amigos la miraron extrañados y dijeron: ¡es una utopía! -replicó Luis. ¡Es una locura! -comentó Rebecca. ¿Es seguro? -Preguntó José.
No quedaron tan convencidos que aquello fuera una buena idea, así que al cabo de unos meses cuando el negocio que habían emprendido no daba los resultados esperados, uno a uno los tripulantes comenzaron a abandonar el barco hasta dejar sola a Ana, quien no desistió y continuó persiguiendo su meta.
Una vez que Ana quedó sola en el proyecto, comenzó a observar cómo, poco a poco, sus amigos se ubicaban en el cuadrante del flujo de dinero, que había entendido gracias a Robert Kiyosaki, de acuerdo a su actividad y forma de obtener ingresos:
Luis “el Godín” (cuadrante E).
Luis, después de ver que el negocio que había emprendido con sus amigos no le era monetariamente viable, decidió abortar la misión y colocarse en alguna empresa que le ofreciera un buen sueldo, prestaciones y le permitieran tener un ingreso seguro al finalizar cada quincena. El consiguió lo que quería, pero su tiempo se redujo a un mínimo y casi no podía disfrutar sus fines de semana. A pesar de tener su ingreso fijo, Luis no disfrutaba su trabajo, se quejaba constantemente de el y por el estrés comenzó a enfermarse.
Rebecca “freelance” (Cuadrante A).
Rebecca decidió emprender un proyecto con menos inversión y fue así que abrió su propia consultoría donde ofrecía servicios de asesoría a pequeñas empresas de la región. Su pago era por proyecto y en ocasiones tardaban mucho en llegar o le quedaban mal.
Rebecca tenía mucho tiempo libre, y aunque al principio le pareció muy bueno, después de unos meses no pudo sostener los gastos y comenzó a endeudarse con sus tarjetas de crédito. A pesar de ello, creía que el tener tiempo para ella era lo más importante, pero no estaba tranquila por sus deudas.
Mientras, José…
José que no estaba tan convencido por trabajar en una oficina o por su cuenta, decidió ir por “la segura” y solicitarle un préstamo a su padre para invertirlo en algunas empresas que comenzaban sus operaciones. Desafortunadamente, no tomó en cuenta muchas cosas como el riesgo de la inversión, los rendimientos netos, pagos de impuestos y más gastos, que le llevaron a perder su inversión y que además le ocasionó serios problemas con su papá.
Aunque no estaba tan alejado de la idea de Ana, no lo entendía del todo, por ello, tuvo que optar por seguir los pasos de Luis y optar por la vida “Godín”, de la que tanto había huído.
Ana, libre al fin (Cuadrante D,I)
Ana no dejó de perseguir el proyecto que tenía. Siempre había sido una chica libre que disfrutaba de invertir su tiempo en actividades que le aportaran valor a su vida, no necesariamente económico, por lo que estaba segura en seguir buscando la manera de hacer que el dinero trabajara para ella y no ella para el dinero.
A pesar de sufrir los primeros años, continúo con el negocio que había iniciado con sus amigos, y no sólo eso, sino que comenzó a explorar nuevos horizontes. Comenzó a juntarse con conocidos que habían iniciado negocios y que ya estaban consolidados como empresarios, con el objetivo de aprender un poco más de ellos.
Además, comenzó a limitar sus gastos e invirtió su tiempo y dinero en su proyecto. Al cabo de un par de años logró ver los primeros resultados y así fue como abrió su segunda sucursal.
El crecimiento fue más rápido y así se hizo de su tercer sucursal, Ana busco otras formas de generar ingresos así que buscó la mejor alternativa para que su dinero siguiera trabajando para sí misma y lo encontró en las inversiones directas, de esta manera el dinero se multiplicaba sin esfuerzos, con lo que estaba asegurando su libertad financiera a una edad temprana.
Nunca es tarde para comenzar
José, Rebecca y Luis expresaron su arrepentimiento ante la negativa que tuvieron respecto, después de notar el éxito y los frutos del trabajo de Ana.
Ella les comentó que el principal error para alguien que quiere obtener su libertad financiera es no conocer exactamente a qué se refiere el término, además de tener miedo a los retos y sobre todo el querer obtener resultados a corto y largo plazo. Parte del proceso para ser libre, es tener tropiezos en el camino, pero lo importante es levantarse, continuar y no desistir, ya que la meta es muy gratificante.
También les explicó que el ser libre financieramente no es sinónimo de ser millonario, pues puedes tener una vida modesta, con los gastos necesarios y disfrutar tu tiempo libre. Enfatizó que la libertad financiera se traduce en poner el trabajar el dinero para ti y no que tú trabajes para el dinero.
¿Y tú? ¿De qué lado del cuadrante quieres estar?. Te doy un consejo: sigue el plan de Ana, sé libre financieramente y ¡jubílate antes de los sesenta años! TODO DEPENDE DE TI.
¿Libertad financiera legal?
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